La leyenda de Garoé y la conquista de Canarias (siglo XV)
En la isla de Hierro, la más occidental del archipiélago canario, existía (está atestiguado históricamente) un árbol muy especial llamado Garoé. A mil metros de altitud, en las cumbres de la isla, un viejo y robusto laurel de gran tronco e inmensa copa retenía la humedad que traían los vientos alisios. Por condensación, esa humedad se convertía en gotas que caían por las hojas del venerado árbol, ofreciendo agua dulce de gran calidad y suavizando las penurias de los habitantes del Hierro (bimbaches), con frecuencia sometidos a duras sequías. Ese proceso natural se denomina lluvia vertical y se observa en zonas altas de otras islas del archipiélago.
Los nativos herreños excavaron varios aljibes o depósitos en la roca donde almacenar el agua que caía del árbol. Al parecer, la llegada de los extranjeros europeos y norteafricanos en busca de esclavos u otros productos (orchilla) se vió dificultada por la falta crónica de agua. Ante la presencia extranjera, los isleños se refugiaban en el interior y se abastecían de Garoé mientras sus enemigos, que desconocían la existencia y ubicación del árbol, abandonaban la isla agotados por la sed. Los bimbaches nunca entendieron el interés codicioso de los extranjeros por la orchilla, una especie de líquen que crecía en los acantilados más inaccesibles y que empleaban para elaborar un tinte púrpura muy demandado por las élites europeas.
El árbol sagrado sobrevivió a la conquista de la isla en el siglo XV: fue derribado por una tempestad en 1610; hoy quedan como testigos de su existencia los aljibes construídos por los nativos y un nuevo árbol plantado en 1957 que ya tiene cierto porte (ver foto inferior).
Una LEYENDA de la época del comienzo del dominio español vincula la conquista del Hierro al fin del secreto del «árbol que lloraba lágrimas». Cuando una (Read more…)