LA CIENCIA CONTRA EL MOSQUITO DEL ZIKA
LA CIENCIA CONTRA EL MOSQUITO DEL ZIKA

La Organización Mundial de la Salud decía esta semana que hay al menos 15 grupos trabajando en una vacuna contra el virus zika. Pero añadía enseguida que harán falta unos 18 meses para que pueda ser probada a gran escala. En ese plazo, la ciencia podría llevar a la extinción al mosquito que transmite el virus, siempre que se rebajaran los controles de seguridad a los experimentos que se están realizando con mosquitos transgénicos. Otra cosa es que sea aceptable acabar con toda una especie, aunque sea la de un mosquito que transmite varios virus.
La idea básica aquí es matar al mensajero. El vector del Zika es el Aedes aegypti, mosquito originario
de África que ha colonizado toda la zona tropical del planeta y que también puede transmitir la fiebre amarilla, el dengue o el chikunguña. Para frenarlo están los insecticidas y el uso de repelentes o hasta, desplegar miles de soldados para cazarlos casa por casa.Pero esta guerra no se va a ganar con armas convencionales, sino con la genética y una especie de guerra bacteriológica. Es el caso de la firma británica Oxitec. Mediante manipulación genética, consiguieron el mosquito OX513A, un ejemplar macho que porta y transmite una mutación genética que hace que sus crías sean dependientes de la tetraciclina, un antibiótico. Al faltarles, mueren antes de superar la fase de pupa o larva.
Liderando una decena de científicos, Adelman descubrió el verano pasado lo que llamaron el factor M o de masculinidad que determina el sexo en el A. aegypti. «El factor M es un gen que sirve como interruptor maestro. Cuando está on, el mosquito se desarrolla como macho, cuando está off, lo hace como hembra. Con una manipulación genética tradicional, la transmisión de este factor de masculinidad seguiría las leyes de Mendel, es decir, al principio se transmitiría al 50% de las crías, pero sin la liberación de nuevas remesas de mosquitos transgénicos, acabaría por retroceder. Aquí es donde interviene una de las técnicas más recientes y tan poderosa que casi da miedo.
La bacteria antivirus
Mucho antes de que los humanos idearan estos sistemas de manipulación genética, una bacteria ya se las había ingeniado para determinar el sexo de los insectos dentro de los que vive. Se trata de la Wolbachia pipientis y, a pesar de que tiene el poder de decidir qué hembra puede tener descendencia y cual no, está considerada como un simbionte y no como un parásito o patógeno. La razón es que compensa aquello con la defensa que ofrece a su huésped contra varios virus. Y si el mosquito no tiene el virus, no puede transmitirlo a los humanos. Numerosas cepas de Wolbachia inducen lo que se llama incompatibilidad citoplasmática en los insectos en los que viven. Aunque el mecanismo molecular, no está claro, lo que ocurre es que si un mosquito macho con Wolbachia se aparea con una hembra sin Wolbachia, los huevos no eclosionan. Por el contrario, si tanto el macho como la hembra contienen la bacteria, los huevos eclosionan y los nuevos mosquitos estarán infectados con Wolbachia. Este mecanismo proporciona una ventaja reproductiva a las hembras con Wolbachia frente a las hembras sin Wolbachia
En el año 2011 iniciamos la liberación de mosquitos con Wolbachia en el norte de Queensland, Australia, en las localidades de Cairns y Townsville. Estos ensayos se han expandido globalmente, el objetivo último de estos ensayos es eliminar el Dengue. Un investigador vasco forma parte de un grupo de científicos que investiga el uso de la Wolbachia para acabar con el dengue, otro de los virus que transmite el A. aegypti. La bacteria, que está presenta en hasta el 70% de las especies de artrópodos, no tiene a este mosquito entre sus huéspedes. Por eso, el equipo del que forma parte Iturbe-Ormaetxe lleva años inoculando diversas cepas de la bacteria en mosquitos.
A cuatro grupos de mosquitos sin presencia vírica, uno silvestre, otros dos con cepas diferentes de la bacteria y un cuarto con las dos cepas, los alimentaron con sangre de 43 enfermos de dengue. Según publican en PLoS Pathogens, el 42,6% de los silvestres acabó teniendo el virus en su saliva, frente a poco más del 6% de los que tenían una cepa bacteriana. Sin embargo, los infectados por las dos cepas de Wolbachia a la vez, solo el 2,8% tenía el virus del dengue. Además, la concentración del virus en el abdomen y las glándulas salivares era mucho menor en los mosquitos con Wolbachia, en especial en los protegidos por las dos variedades de la bacteria.
Bibliografía: El PAIS