El Cristo Yacente de Gregorio Fernández, la muerte delante de los ojos
Castilla tuvo durante el barroco una evolución artística muy personal, que en gran medida se debe a la evolución política de los últimos Austrias. En 1601 y 1606 Felipe III por influencia del Duque de Lerma, trasladó la corte a Valladolid, haciendo de esta ciudad el centro de una gran actividad cultural. Como no podía ser de otro modo la cultura del comienzo del barroco castellano estuvo marcada por la herencia del tardo manierismo y por una sociedad profundamente contrarreformista, y por la llegada de importantes artistas que acuden a la ciudad atraídos por la presencia de la Corte. Uno de los que llegó con la intención de hacerse un lugar entre ellos, fue un escultor de origen gallego,Gregorio Fernandez, que encontrará en la clientela de ordenes religiosas y cofradías el éxito que buscaba.
Su estilo evoluciona desde el manierismo romanista de sus años de formación en el taller de su padre y en Madrid, con profusión de telas y ropajes de amplios pliegues y anatomías poderosas, en la linea de los Leoni; a un barroquismo pleno en sus ultimas obras en las que buscas efectos más dramáticos, una mayor expresividad, contrastes de lineas y de efectos más teatrales en la iluminación. Dado el tipo de clientela que tenía la mayor parte de sus creaciones son tallas procesionales, terreno en el que desarrolló a partir de modelos anteriores algunas tipologías que se convertirán en referentes continuos de la imaginería procesional de barroco castellano.